Tedio

El mar de cemento
se autodesigna escuela

los transeúntes ejecutan
sus  milagros: 
caminan sobre el.

peces de acero 
almas polarizadas
matar,  
matarse. 

el asfalto reverbera soledad:
nadie se queda allí 
a menos que esté triste. 

faros derraman su luz
en salud de pobres, 
en anoréxicas orillas
de colillas y envoltorios, 
en la boleta del candidato
y la cáscara de banana. 

La oficina,
la fotocopia de los días.

Las vísceras metálicas.

Las corbatas coquetas
ahorcan la arrogancia a cuadritos. 

No hay tiempo de mirarse,
de mirar la ventana: 
las camisas se entallan al sistema nervioso,
a las cuerdas vocales. 


Los cables colgados se mueven frustrados.

Las persianas se enamoran del suelo, 
los aerosoles de la pared, 
los diarios de los tachos de basura, 
y los tachos de basura de la basura.

 Las corbatas,
 hartas, quieren volar
 fuerte y de golpe. 

y plazas y  árboles. 

se desprenden de las hojas los arboles 
las hojas contagian su danza al viento, 
mojan la lluvia 
la guían al suelo.

 Y los llantos navegan
 hasta ser petricor.

las hojas mueven las noches de una en una 
para secarse 
para atravesar el sol, brillantes.

 ¿qué es morir? me preguntan a los ojos haciéndose inmortal.

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