Frente a mí hay una mesa,
unos papeles, una cortina,
dos birómes, un encendedor.
Me paro a encender la calefacción,
a cerrar la ventana,
a mirar de reojo
el universo brillante y muerto
que aún me saluda.
Y una brisa húmeda,
de esas que viven en las flores,
se cuela en la rendija,
se funde con mi pecho
y trae la idea
de cuánto puede haber
allí afuera; en esta noche,
y entonces me da por construir
nuestros pies bailando
en la arena nocturna
de alguna playa
unos papeles, una cortina,
dos birómes, un encendedor.
Me paro a encender la calefacción,
a cerrar la ventana,
a mirar de reojo
el universo brillante y muerto
que aún me saluda.
Y una brisa húmeda,
de esas que viven en las flores,
se cuela en la rendija,
se funde con mi pecho
y trae la idea
de cuánto puede haber
allí afuera; en esta noche,
y entonces me da por construir
nuestros pies bailando
en la arena nocturna
de alguna playa
Nuestras bocas riendo.
Nuestras almas bebiendo
la bruma y toda la orilla,
llenándonos los dos
de las luces de una ciudad
que aún no nos llega.
Nuestras almas bebiendo
la bruma y toda la orilla,
llenándonos los dos
de las luces de una ciudad
que aún no nos llega.
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