El queso
A las tres de una tarde tuve la intención de comprar, en un almacén cualquiera, un poco de esperanza; como no había, y sin saber por qué y lo que vendría, se me dio por comprar trescientos gramos de queso cremoso. El queso es de las pocas cosas en el mundo que no tienen la capacidad de agotarme, y recurro a el, a otras cosas también minúsculas, para ser feliz.
El día siguiente me trató mal. Once de la noche, ciudad de La Plata; la chica amable de un kiosco me va diciendo que de todo lo que le pido no tiene nada. Sonríe. Fugaz amabilidad que consuela. Más tarde camino y calculo minuciosamente matar el hambre con poco dinero. Muevo los labios entre cuentas y veo el vapor huyendo de mí. Un cartel anuncia: Pizza 25 pesos, ¡Eureka! . _Son cuerenta y cuatro pesos, la promoción es un descuento del 25 porciento de tres pizzas y de martes a jueves. Hoy es lunes. Yo ya estaba ahí, no dije que no: ¡es para llevar!. Fulana intenta poner el hilito a la caja pero NO. El nudo se desata una y otra vez hasta que nerviosa solicita disculpas. Ahora estoy sentado en metal frío y con el culo duro, hambriento (yo). Aún no sé cuál es la línea que debo tomar. Pregunto mi destino a una morocha que está ahí al lado, me dice que tome la 214. Gracias. Abro la caja desde una punta para comer mientras espero, descubro una prepizza sin queso. Sin queso.
El cole me expulsa en la conchinchina. No te recomiendo caminar por acá a esta hora, me advierten. Resignado tomo un taxi de cincuenta pesos. Bajo a dos cuadras pero erro y camino cuatro en sentido contrario (la ciudad de las diagonáles no es fácil al principio) Me niego a convidar un cigarro, de bronca. El no convidado me sigue al grito de ¡ehh gil!
En eso unos travestis me piden fuego. Espero unos quince minutos a que encuentren el porro escondido y a que me devuelvan el encendedor.
Veintitrés y treinta de la noche, avenida uno, La Plata, caja de pizza en brazo, charlo en una esquina con travestis - a la policía le basta.
Tacto total, inútil. El soy abogado antes me funcionaba, ¿Usted que hace? Trabajé todo el día en el super chino y sólo pretendo llegar a casa y cenar.
Queso que había comprado un día antes (sin saber por qué), orégano y abajo lo demás.
El día siguiente me trató mal. Once de la noche, ciudad de La Plata; la chica amable de un kiosco me va diciendo que de todo lo que le pido no tiene nada. Sonríe. Fugaz amabilidad que consuela. Más tarde camino y calculo minuciosamente matar el hambre con poco dinero. Muevo los labios entre cuentas y veo el vapor huyendo de mí. Un cartel anuncia: Pizza 25 pesos, ¡Eureka! . _Son cuerenta y cuatro pesos, la promoción es un descuento del 25 porciento de tres pizzas y de martes a jueves. Hoy es lunes. Yo ya estaba ahí, no dije que no: ¡es para llevar!. Fulana intenta poner el hilito a la caja pero NO. El nudo se desata una y otra vez hasta que nerviosa solicita disculpas. Ahora estoy sentado en metal frío y con el culo duro, hambriento (yo). Aún no sé cuál es la línea que debo tomar. Pregunto mi destino a una morocha que está ahí al lado, me dice que tome la 214. Gracias. Abro la caja desde una punta para comer mientras espero, descubro una prepizza sin queso. Sin queso.
El cole me expulsa en la conchinchina. No te recomiendo caminar por acá a esta hora, me advierten. Resignado tomo un taxi de cincuenta pesos. Bajo a dos cuadras pero erro y camino cuatro en sentido contrario (la ciudad de las diagonáles no es fácil al principio) Me niego a convidar un cigarro, de bronca. El no convidado me sigue al grito de ¡ehh gil!
En eso unos travestis me piden fuego. Espero unos quince minutos a que encuentren el porro escondido y a que me devuelvan el encendedor.
Veintitrés y treinta de la noche, avenida uno, La Plata, caja de pizza en brazo, charlo en una esquina con travestis - a la policía le basta.
Tacto total, inútil. El soy abogado antes me funcionaba, ¿Usted que hace? Trabajé todo el día en el super chino y sólo pretendo llegar a casa y cenar.
Queso que había comprado un día antes (sin saber por qué), orégano y abajo lo demás.
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